En 1837 la ciudad de Pamplona se vio inmersa en una incursión de las tropas carlistas. En este contexto, se creó una de las monedas más curiosas del periodo de Isabel II. Si bien es cierto que no alcanza precios muy elevados, no podemos obviar que estas piezas, tienen una carga histórica importante.
Debido a la escasez de moneda que se originó durante los días de asedio a la ciudad, se tuvo que confeccionar un circulante de emergencia. Desde este punto de vista, también se puede considerar como un tipo de moneda obsidional, es decir, dinero que se confecciona dentro del asedio de una plaza o localidad.
Se establece así, en el año 1837, un 8 maravedíes, con ceca de Pamplona, mediante estampación por fundición, siendo está moneda, una pieza de necesidad en la España del siglo XIX.
La falta de numerario en esa localidad y la circunstancia en la que se dio esta carencia, desencaminó en una solución también emergente, la de tener que fundir las campanas de las iglesias y emplear el cobre para “acuñar” moneda nueva.
Esta práctica de fundir campanas, se llevaba realizando en épocas anteriores en otros países, tales como en Francia... así que no era la primera vez que se recurriría a tal método.
El 18 de Marzo de 1836 se establece el cierre de la Casa de la Moneda de Pamplona, por lo que un año más tarde, les es muy difícil utilizar la maquinaria de la ceca para acuñar este tipo de monedas. Se tienen que usar moldes de fundición para dar salida a este nuevo y emergente circulante.
Las monedas de necesidad hechas en Pamplona, al ser creadas por fundición, no gozaban de una presencia tan refinada como las acuñadas a volante.
Aunque la idea más común, es la que defiende, que estas monedas se realizaron con la fundición de campanas de iglesia, conventos y monasterios, bien podríamos aseverar, que también se realizaron con el cobre de cañones de artillería defectuosos, al igual que ocurrió con la moneda de 8 maravedíes de José Napoleón.
Existe una correlación entre el metal de ciertas campanas y piezas de determinado armamento. A veces se han fundido campanas para confeccionar armamento, y en ocasiones, también se ha fundido armamento para crear monedas. Incluso tradicionalmente, en el proceso de fundición del cobre para realizar campanas, ciertas personas echaban en los moldes monedas de plata, e incluso de oro, pues era una forma de contribuir a tal noble causa... es por ello, que las tonalidades de estas monedas “acuñadas” con este tipo de metal, suelen ser variadas, pues están "coloreadas" por la mezcla de muchos metales.
El cobre usado en la creación de las campanas, solía ser más débil que el cobre presente en las monedas... Sin duda, era un metal aleado de otros menos nobles. Vertir cañones fundidos a los crisoles, sería una buena forma de intentar dar mayor consistencia a este cobre débil de las campanas... Aunque, tampoco el cobre de estos cañones era el más adecuado, y más si tenemos en cuenta, como dijimos anteriormente, que en su origen, muchas campanas, se hicieron con el cobre de cierto armamento militar.
Los moldes de la moneda de necesidad de Isabel II de 1837, seguramente fueron confeccionados en yeso, en vez de en metal (los acabados de las piezas son precarios)… y muchos de estos moldes, tenían diferentes separaciones entre anverso y reverso, porque a veces, se aprecian piezas, con menor o mayor grosor.
Es una moneda realizada con tintes e implicaciones nacionales y no carlistas, ya que no aparece representado el escudo de Navarra.
Moneda:
En Anverso, vemos al busto de Isabel II mirando a derechas. Le rodea la orla circular con la leyenda constitucional: Isabel 2ª por la G de Dios y la Const
Bajo el busto, fecha de 1837.
En reverso, vemos la Cruz de Don Pelayo cantonada con el cuartelado de castillos y leones. En el centro, aparece el escusón de los Borbones con las tres flores de lis.
Todo ello rodeado por la leyenda: Reina de las Españas.
En exergo, marca de ceca PP (Pamplona) dentro de orla elíptica, entre marca de valor 8 a izquierdas y M a derechas (maravedíes).
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