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domingo, 11 de octubre de 2020

¿Por qué se empezó a labrar a molino?

Dos fueron los motivos esenciales, en la producción de un nuevo circulante, para que por primera vez, se acuñaran monedas con Reales Ingenios:

1) Aumento en la velocidad y en el volumen de las acuñaciones.

2) Mejoría en la impronta de las monedas y recortes más precisos de los cospeles ya acuñados, favoreciendo a priori, la falsificación de moneda nueva.


Con respecto al primer punto, diremos, que las monedas se van a acuñar a una velocidad mayor, de la que gozaban los cospeles acuñados con martillo. Cierto es, que las acuñaciones a golpe con troqueles, si eran constantes y realizadas por un acuñador fuerte y experimentado, disfrutaban de gran dinamismo… pero el problema, casi siempre suele venir dado por unas improntas en ocasiones, mal grabadas en las monedas, debido a esa misma premura… normalmente, tales operarios, cobraban en proporción al volumen total acuñado. 


Por otro lado, los rodillos de laminación y de acuñación, en la Ceca de Segovia, no acusaban, evidentemente, cansancio, (pues no eran molinos de sangre) como sí lo tenían, los operarios de la fábrica, sencilla y llanamente, porque los rodillos eran accionados por la energía motriz del paso del agua… y a parte, con este tipo de acuñación, se conseguía economizar también en gastos derivados de los estipendios que conseguían estos acuñadores por realizar su trabajo, ya que, como decimos, en los Reales Ingenios, se utiliza exclusivamente la fuerza del caudal del agua, para su funcionamiento… 


Rodillos de acuñación de la Casa de Hall en Tirol. Foto de Numismática Lavin.


(Podéis ahondar más sobre las marcas de dilatación efectuadas por los rodillos Aquí)


En relación al segundo punto, ya hemos comentado en otras ocasiones, que debido a la picaresca de la gente, basada en cercenar las monedas acuñadas a martillo, se intentó establecer un nuevo método por el cual el circulante, fuera más circular y poseyera una gráfila que delimitara todo el arte de la moneda y que evitara recortes de metal… 

Al ser máquinas que desarrollaban una gran presión, las improntas eran más marcadas. Por otro lado, los cospeles podían ser bastante más grandes que las piezas acuñadas a martillo, por lo que se establecieron valores nuevos en las monedas de cobre y se constituyeron incluso piezas de altísima relevancia económica e histórica, como los conocidos cincuentines y centenes del Real Ingenio de Segovia. Aquí tenéis un documental sobre la ceca de Segovia.




Pero todos estos adelantos no hubieran sido posible, sin la iniciativa de un Rey tan inteligente, que poseía una curiosidad por lo desconocido fuera de lo normal, y una atracción desmesurada por el arte de su época, Felipe II.


En el libro “Casas de la Moneda Segovia y Hall en Tirol” en el apartado de la reconstrucción de los talleres del Real Ingenio de la Moneda de Segovia, se busca en el funcionamiento de los rodillos de laminar, para su buen uso, que éstos giren a una velocidad de 3 a cuatro revoluciones por minuto. Estas revoluciones hacen girar los rodillos unas cuantas veces al transcurso de cada minuto… 



En los primeros cuartos de Felipe II, del Real Ingenio de Segovia, de 1598, según rieles que se han conservado (algunos tipos de rieles) cada giro completo del rodillo, establecería la acuñación de siete monedas por sus respectivos cuños… desde este punto de vista, me supongo que los rieles introducidos tenían el tamaño adecuado, o tal vez un poco más, para uno de estos giros completos… para ello debiera estudiarse la longitud de los rieles conservados y la extensión a la larga de los cilindros con sus consecuentes cuños, sumando el porcentaje de elongación que produce la presión de los rodillos que suele ser de un 10 % más grande que los motivos grabados en el riel.







Centén de oro de 1609 del Real Ingenio de Segovia, foto de Blogspot.com.

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