La prensa volante, fue un invento que revolucionó la forma de acuñar monedas en las respectivas cecas. Su funcionamiento es simple, acoge como influencia esencial el principio de acción de la acuñación a martillo; el martillado de cospeles… pero hay una gran diferencia, y es, el aumento de la potencia de los cuños a la hora de improntar el arte de las diferentes matrices.
Si el martillo trasladaba la fuerza muscular de uno de los bíceps del acuñador, al cospel, la prensa volante, se encargará de llevar toda la potencia posible desarrollada por varios operarios, a los flanes pertinentes, a través del arrastre, o tirón, de ambas sogas, que irán sujetas a los extremos de los brazos de la prensa.
La inercia que se genera gracias al tornillo de esta nueva prensa, y a las volutas situadas en los extremos de los brazos, que giran acordes a los tirones que realizan los operarios, contribuyen a una acuñación mucho más precisa y profunda que la acuñación a martillo.
El rebote de los cuños, también posibilita un control regulado de las frecuencias temporales entre acuñación y acuñación, facilitando al operario, en poder situar los respectivos flanes en la pila (cuño inferior) con tiempo suficiente como para no salir lesionado (aunque sin duda, muchos dedos fueron seccionados en esta nueva forma de acuñar).
La gran presion obtenida era tal, que a veces acuñaban directamente sobre monedas circuladas que ya habían sido grabadas, acelerando así los procesos de obtención de cospeles listos para recibir importas nuevas.
Con el uso de esta nueva tecnología, los acuñadores empiezan a ganar un salario establecido, en vez de cobrar honorarios por porcentaje de moneda acuñada.
Más sobre procesos de acuñación aquí.
Es a partir de la pragmática de 1730, cuando se ordena acuñar a volante y con cordoncillo, obligando a aquellas cecas que trabajan con molinos, a laminar los rieles que después serán recortados para su posterior acuñación.
Con Carlos III, y sus conocidos maravedís, el volante por primera vez, genera improntas de bustos mucho más realistas, a partir de las cuales, pueden reconocerse en ellas, a los monarcas retratados.
En el Real Ingenio de Segovia, se acuña moneda a volante de 1772 a 1864.
Se siguen utilizando los molinos de laminación para adelgazar los lingotes de cobre, plata y oro, en rieles... pero ahora, se recortan los flanes antes de ser acuñados, para con posterioridad recibir la impronta, primero del canto y luego de ambas caras de la moneda (anverso y reverso)
Gracias a la cerrilla, se comenzarán
a acuñar los cantos de las monedas por primera vez... la tecera cara de éstas... que favorece a la abolición del temido cercén del metal de los cospeles.
Con el tiempo, la prensa de volante introduce en su maquinaria, la virola partida, posibilitando la acuñación al mismo tiempo de las tres caras de la moneda.
En esta entrada podemos apreciar la siguiente moneda, cedida por el compañero "Marcot".
Flan con cordoncillo a expensas de ser acuñado a volante. Moneda cedida por "Marcot".
El módulo, corresponde a dos maravedís de Carlos III, Carlos IV o Isabel II. Está algo por debajo de las dimensiones de estas monedas, pero eso es debido, a que el cospel todavía no ha sido dilatado por el desplazamiento del metal producido por la acuñación a volante.
Se puede apreciar el canto labrado de este cospel... (intentaré pedirle fotos del canto a su dueño... y postearlas)
Una pieza singular y muy, muy difícil de ver en la actualidad.
Si el martillo trasladaba la fuerza muscular de uno de los bíceps del acuñador, al cospel, la prensa volante, se encargará de llevar toda la potencia posible desarrollada por varios operarios, a los flanes pertinentes, a través del arrastre, o tirón, de ambas sogas, que irán sujetas a los extremos de los brazos de la prensa.
La inercia que se genera gracias al tornillo de esta nueva prensa, y a las volutas situadas en los extremos de los brazos, que giran acordes a los tirones que realizan los operarios, contribuyen a una acuñación mucho más precisa y profunda que la acuñación a martillo.
El rebote de los cuños, también posibilita un control regulado de las frecuencias temporales entre acuñación y acuñación, facilitando al operario, en poder situar los respectivos flanes en la pila (cuño inferior) con tiempo suficiente como para no salir lesionado (aunque sin duda, muchos dedos fueron seccionados en esta nueva forma de acuñar).
La gran presion obtenida era tal, que a veces acuñaban directamente sobre monedas circuladas que ya habían sido grabadas, acelerando así los procesos de obtención de cospeles listos para recibir importas nuevas.
Con el uso de esta nueva tecnología, los acuñadores empiezan a ganar un salario establecido, en vez de cobrar honorarios por porcentaje de moneda acuñada.
Más sobre procesos de acuñación aquí.
Es a partir de la pragmática de 1730, cuando se ordena acuñar a volante y con cordoncillo, obligando a aquellas cecas que trabajan con molinos, a laminar los rieles que después serán recortados para su posterior acuñación.
Con Carlos III, y sus conocidos maravedís, el volante por primera vez, genera improntas de bustos mucho más realistas, a partir de las cuales, pueden reconocerse en ellas, a los monarcas retratados.
En el Real Ingenio de Segovia, se acuña moneda a volante de 1772 a 1864.
Se siguen utilizando los molinos de laminación para adelgazar los lingotes de cobre, plata y oro, en rieles... pero ahora, se recortan los flanes antes de ser acuñados, para con posterioridad recibir la impronta, primero del canto y luego de ambas caras de la moneda (anverso y reverso)
Gracias a la cerrilla, se comenzarán
a acuñar los cantos de las monedas por primera vez... la tecera cara de éstas... que favorece a la abolición del temido cercén del metal de los cospeles.
Con el tiempo, la prensa de volante introduce en su maquinaria, la virola partida, posibilitando la acuñación al mismo tiempo de las tres caras de la moneda.
En esta entrada podemos apreciar la siguiente moneda, cedida por el compañero "Marcot".
Flan con cordoncillo a expensas de ser acuñado a volante. Moneda cedida por "Marcot".
El módulo, corresponde a dos maravedís de Carlos III, Carlos IV o Isabel II. Está algo por debajo de las dimensiones de estas monedas, pero eso es debido, a que el cospel todavía no ha sido dilatado por el desplazamiento del metal producido por la acuñación a volante.
Se puede apreciar el canto labrado de este cospel... (intentaré pedirle fotos del canto a su dueño... y postearlas)
Una pieza singular y muy, muy difícil de ver en la actualidad.
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