Quienes nos dedicamos a coleccionar moneda de cobre, sabemos, que a veces, la obtención de ciertas piezas está inevitablemente unida a la palabra suciedad.
Ciertamente, en el coleccionismo de monedas de vellón rico o pobre, del periodo generalmente de los Austrias, tendremos que lidiar con la limpieza de las mismas.
En ocasiones, se nos presenta a la venta, algún lotecillo de monedas interesantes, en el que la mayoría de ellas, aparece con tierra. Generalmente, ésto pasa también con los lotes de moneda romana… es raro, dar con uno, en el que se nos presente, una pieza realmente “buena”… aunque en raras excepciones, sí podría "sonar la flauta"
Existen tres instrumentos básicos e importantes en la limpieza de monedas, cuando queremos que éstas, estén desprovistas de toda su capa arenosa. En los tratamientos más delicados, bien, porque la pieza “lo valga” por la rareza de la misma, o bien por la buena conservación que tenga, es indispensable contar, como digo, con tres artilugios necesarios.
Como siempre digo, es mejor dejar la pieza tal cual está, a efectuar una limpieza, si no estamos seguros de dominar la técnica... ayuda en este sentido, entrenar con monedas que no posean valor alguno. Para más datos, echad un vistazo aquí.
El primer utensilio de limpieza; una simple aguja o alfiler. Normalmente prefiero la aguja al alfiler. Este dato, nos puede parecer una tontería, pero no es así. El alfiler es mucho más endeble que la aguja, y tiende a apretarse más cuando limpiamos. El alfiler, puede doblarse más de la cuenta y combarse, rebotando por encima del cospel, rallándolo... el alfiler, puede conseguir entorpecer nuesta atención y promover los fallos en la limpieza de la moneda.
La aguja, sin embargo, es más resistente y seguramente, aunque también flexible, es menos endeble... por lo que con ella no tendremos que hacer tanta fuerza para poder substraer la suciedad de la pieza.
La aguja, se hace necesaria, para acceder a aquellas zonas minúsculas, donde el punzón de dentista, los palillos de dientes, o los lápices de lana de acero no pueden llegar.
Hay quien prefiere acertadamente, utilizar cutter para estos menesteres… siempre tenemos que intentar limpiar la superficie de la pieza, de manera que la punta de la aguja no caiga verticalemente sobre el cospel.
El segundo instrumento, es la lupa. Con la lupa, podremos observar perfectamente no sólo las zonas que estemos limpiando, sino también, la interaccion que estemos realizando con la aguja. Es importante ver, qué cantidad de roña vamos desprendiendo de la pieza, con cada pasada, para “no quitar más de la cuenta”. Es indispensable una buena lupa, de tamaño considerable y que se pueda apoyar en la superficie de trabajo donde estemos realizando tal tarea.
El último instrumento, e igual de indispensable que los otros tres, es un pincel con cerdas suaves. Con él, procuraremos retirar, a medida que limpiamos con la aguja, la tierra que se nos va acumulando en las diferentes oquedades de la moneda. Sabremos así, qué tierra quedará todavía adherida y cuál habrá sido desprendida, evitando rallar la superficie de la moneda.
Otros datos a tener en cuenta:
Conocer el arte de la moneda, ayuda a intuir los relieves de la misma, beneficiando al trazo que realizamos con la aguja.
Al limpiar la moneda, es importante hacer una división mental de la misma en 4 partes.
Resulta esencial seguir un orden de limpieza. Ésto, nos ayudará a poder ver los avances en la retirada de tierra y a hacerlo de forma organizada, beneficiándonos en seguir estando concentrados y en que la paciencia no se nos dispare.
A veces, es mejor parar, cuando empieza a entrarnos la “prisa” por querer acabar, o cuando estamos cansados… evitaremos con ello, tener un pequeño desliz y arañar la moneda.
Es bueno, como dijimos anteriormente, hacernos con una lupa que podamos colocar como queramos, dentro de la superficie de la mesa en la que vamos a realizar la limpieza... facilitando la libertad de ambas manos.
Es bueno también, atacar la limpieza de la moneda, desde varios ángulos, para no rallarla (consiguiéndolo mediante el giro de la pieza) Es decir, en las distintas endiduras que haya tierra, a veces es necesario retirarla, cambiando la posición de la pieza, para que la aguja entre bien y no dañe los aledaños de esas oquedades.
La punta de la aguja, por otro lado, tiene que ir paralela a la superficie de la moneda, y evitar, cuando sólo sea estrictamente necesario, colocarla de manera vertical.
Por último, una correcta iluminación, es indispensable, para ver bien todos los detalles y poder trabajar cómodamente.
Limpiar monedas requiere precisión, y una adecuada iluminación marca la diferencia. La luz de una lámpara revela detalles ocultos, permitiendo un trabajo minucioso para preservar la historia y la belleza.
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