En el transcurso de un viaje en avión, que tuve el placer de acometer hacia Lisboa, estuve charlando con un amigo, sabedor del mundo de los anticuarios, sobre los diferentes tipos de limpieza de monedas.
Le comenté, que llevaba tiempo sin realizar una entrada en mi blog, y me espetó :
-¿Tal vez, podrías hacer una entrada, sobre, cómo no limpiar monedas?
... ciertamente, esta recomendación me pareció oportuna, ya que, generalmente se habla de cómo poder limpiar las piezas, pero no, de cuáles son los métodos inapropiados, que a veces se emplean en estos menesteres.
Lo primero que tenemos que saber, antes de ponernos a limpiar una moneda es, que no todos los procedimientos, son válidos para todas... Incluso con piezas del mismo rango, e idéntica constitución metálica, los métodos de limpieza variarán (más sobre este aspecto)... Ya, que ciertas monedas, detentarán más o menos circulación, distintas adherencias, diferentes estados de conservación... En definitiva, cada pieza es una entidad individual, y propia, diferente al resto.
Otro rango que debemos contemplar, es la variabilidad en la posibilidad de efectuar, o no, una limpieza, teniendo en cuenta, sólo el componente puramente artístico de la pieza, o/y el extrictamente "necesario", en caso de que se vea peligrar el cospel si no se realiza dicha limpieza.
El primer aspecto, se centra más en un "lavado de imagen". ¿Es estrictamente necesario?... Pues, posiblemente no... Así que, si no hemos llegado al conocimiento suficiente de cómo tratar la limpieza de una pieza, es mejor dejarla tal cual, pues en un futuro, podremos enfrentarnos a ella con mejor dominio, ya que no corre peligro alguno.
Con respecto al segundo aspecto, vemos como el ejemplar que tenemos entre manos, sufre un deterioro que el tiempo agravará poco a poco... Generalmente ésto ocurre, por una constante corrosión del cospel... Aquí, sí es importante intervenir cuanto antes, para poder frenar el avance de la enfermedad, aunque, como en el primer caso, si no sabemos cómo actuar, mejor dejar la moneda tal cual está, siempre apartándola, eso sí, de cualquier otra pieza, para evitar el contagio a las mismas.
Hay que apreciar el color de las pátinas y aprender a distinguir lo que es suciedad, de lo que es antigüedad. Muchas veces, la gente tropieza con esta diferenciación, y efectúa una limpieza innecesaria en una moneda mal diagnosticada.
Así que, lo primero que se debe hacer cuando se intenta "arreglar" una moneda, es saber el por qué queremos limpiarla.
Una vez conozcamos esta premisa, intentaremos identificar la pieza. Cuanto más sepamos a cerca del arte de la misma, menos peligro correremos al efectuar la limpieza, ya que sabremos cuales son los diferentes relieves que puede poseer dicho ejemplar... y sabremos qué tipo de presión debemos efectuar... El material del que está hecho el flan, evidentemente, también es importante.
Una primera limpieza, que se aconseja hacer siempre, es la del cepillo de dientes sobre la moneda mojada (preferiblemente agua destilada). Pero tenemos que ser conscientes del tipo de moneda que tenemos entre manos. Imaginemos, que por lo que sea, la pieza a limpiar tiene una costra de tierra bien adherida... Es mejor, antes de pasar el cepillo, ponerla bajo el agua y con ligeros golpecitos verticales de los dedos índice y pulgar (por poner un ejemplo) sin arrastrar, desprender toda la suciedad posible. Con ésto, evitaremos rayar la moneda, ya que, puede que nos topemos con alguna minúscula piedrecita, en el camino... Y no es aconsejable que se deslice por todo el cospel, con la ayuda de las cerdas del cepillo, o de nuestros propios dedos.
Dos maravedís de Isabel II, con ceca de Segovia de 1845, limpiada con varios procedimientos... lápiz de lana de acero, palillo de dientes, cubierta por cera microcristalina.
Métodos prohibidos:
. Emplear productos de limpieza para metales genéricos, utilizados para embellecer joyas, cubertería, bandejas, manivelas de puertas, ruedas de piano....
. Lavar con Coca Cola las monedas.
Las limpia, pero también se lleva la pátina, que es gran parte del valor de la moneda.
. Impregnar con vinagre o limón al "tun tun", o con pasta de dientes. Sí bien es cierto, que el limón y el vinagre son dos ingredientes de limpieza expléndidos, correctamente utilizados y dependiendo de la pieza a tratar, también es más cierto, que mal usados, tienen el mismo efecto contraproducente que el primer método descrito. La pasta de dientes, al ser abrasiva, suele utilizarse para limpiar la plata.
. Empleo de zumo de tomate... También método erróneo, por llevar mucho ácido, y despatinar las monedas.
. Sal, empleada como método exfoliante. Tampoco es buen método, puede llegar a rayar las monedas.
Tipos de limpieza:
Tenemos que distinguir entre métodos de limpieza mecánica y limpieza química. Yo siempre prefiero el primero , al segundo...
La elección de éstos, debe venir determinada por las características de cada moneda. También es cierto, que si no controlamos en limpieza, es mejor dejar la pieza tal y cual está... Ya habrá tiempo de tratarla.
Entre estos dos mundos, navega la electrólisis. Tal procedimiento, sólo debería emplearse, para aquellas monedas con incrustaciones marinas, o en aquellas piezas, que sepamos, que es irremediable, debido a la presencia de un alto porcentaje de cáncer de cobre de éstas... Generalmente, si no son piezas de plata, después, deberán ser repatinadas.
Conservación:
. Evitar impregnar las monedas con barnices.
. Evitar introducir las monedas en ambientes húmedos.
. Evitar introducir monedas en plásticos con cloruros, no aptos para la numismática.
. Tampoco yo recomendaría los típicos sobres de plástico para guardar monedas.
. Evitar introducir monedas con cáncer cerca de piezas sanas, al no ser que las primeras estén encapsuladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes comentar sobre la entrada