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lunes, 25 de febrero de 2019

Gorgueras y golillas en las monedas de Felipe IV

La vestimenta de Felipe IV, en las monedas de busto, es fiel reflejo de una época, en la que el monarca, alentaba y condicionaba, con su propias prendas, el vestir de toda una época.

Se le ve al "Rey Planeta", en numerosas representaciones, portando prendas de color obscuro, negro.

Un color, que tiene su tradición, allá por el siglo XV en Borgoña...y que recuperarán, tanto Carlos I, como Felipe II y Felipe IV, en mayor medida.

Por otro lado, el "negro", en este periodo, es fiel reflejo de riqueza, de élite, de autoridad de quien lo lleva.

Con el descubrimiento de las Américas (más sobre las Américas y Felipe IV) el mundo textil, se reinventa y atrae mucho protagonismo a España. La economía busca una nueva forma de expansión, gracias a esta "nueva disciplina", favoreciendo la apertura del mercado europeo (gran cuenta de ello, lo da, la Ciudad de Segovia en el siglo XVIII, con la producción lanar en auge, a razón de sus numerosos esquileos y lavaderos).

Los colores, con los que se tiñe la ropa, adquieren más fuerza, pues, se incluyen en los tintes, compuestos antes nunca utilizados... algunos, orgánicos, como la cochinilla... el color negro ("ala de cuervo"), se ve gratificado por estas nuevas técnicas.

Evidentemente, el color, no se podía representar en las monedas (hoy en día sí es posible...) pero esta obscuridad en los trajes, compartía protagonismo y casaba estupendamente, con un complemento, bastante innovador, que a parte, se convertía por pigmentación, en el antónimo por autonomasia, del "negro"; el blanco de la golilla.

Sí nos ceñimos a la moneda de busto propiamente española, en el período de Felipe IV, vemos, como aparece normalmente, en el cuello del monarca, una golilla, que substituye a las anteriores gorgueras tradicionales, éstas últimas, más almidonadas y claramente onduladas, con forma de abanico.

En el circulante de los Países Bajos de Felipe IV, se haya claramente esta transición entre ambas piezas. (Ver aquí)


Felipe IV con gorgera en forma de abanico. Ducatón de Amberes. Etapa de juventud del monarca.



Felipe IV con coraza y golilla. Ducatón de Amberes. Etapa de madurez del monarca.



Las gorgueras, como influencia patente de la moda flamenca, pasan a formar parte, del atuendo militar y de la corte española, en el siglo XVI.

Eran prendas de lujo que llegaban a costar más de 200 reales. Aparecían teñidas con unos polvos holandeses azules de un coste inimaginable... Constituía un verdadero despropósito, que la corona, subvencionara a este país ("insurrecto") en la compra de estos artículos.


En el siglo XVII, pues, abundan ya, las golillas, más simples en esencia, y en precio (a penas 4 reales y sin desembolso en mantenimiento) pero también de gran poder visual. Un cartón, forrado y almidonado, que "sujeta" la cabeza, a modo de bandeja.
Anteriormente, y por pragmática real, en 1623 (evitando así derrochar dinero en la compra de gorgueras), se había utilizado la Valona o tela decorativa, que normalmente, caía sobre los hombros y dejaba el cuello al descubierto. Ahora, ésta misma, se situaba encima de la golilla, procurándola recubrimiento y embellecimiento, en toda su extensión.

La prohibición de las gorgueras fue contundente por parte del monarca y de su válido, el Conde Duque de Olivares. Existen episodios diversos, en los que se citan a alguaciles, saliendo a la calle y cortando con tijeras, aquellas gorgueras, que "ostentaban demasiado"... Hasta muertes hubo.

A pesar de ser prendas más sencillas que sus antecesoras, conferían una verdadera tortura a aquellos que las portaban... Pesaban mucho e incomodaban por su exclusiva fijeza al cuello.
El monarca, obligaba el uso de la golilla bajo su real presencia, negándose a recibir a cualquier alto dignatario que no la llevara...la nuez debía esconderse.

Los maravedís de busto de Felipe IV, poseen esas golillas, en el cuello del monarca... al igual que otras monedas, de mayor valor intrínseco, como los 2 reales de Plata de 1643 con ceca de Madrid.

En algunas piezas, puede observarse como la golilla está situada encima del cuello de la armadura.


Jetón de Felipe IV con golilla encima de armadura.




En otras, no parece que el atuendo del monarca, sea una coraza.





8 maravedís de Felipe IV. Golilla encima de cuello de traje, seguramente un jubón.



También se ven piezas, en las que destaca en un plano más inferior a la golilla, una especie de Valona o pañuelillo.




Bustos de Felipe IV, de 16 maravedís, en los que se aprecia un pañuelo valona, bajo la golilla.




En monedas anteriores, al reinado de Felipe IV, podemos encontrarnos, claramente, con el uso de de las gorgueras. Tal es el caso, de los Ducatones de Alberto e Isabel, o los ducados de Brabante de Felipe II.


Ducatón de los archiduques de los Países Bajos, Alberto e Isabel, con ceca de Amberes. Rostros con presencia de gorgueras y armadura. (Más sobre tipos de rostro en los maravedís de Busto de Felipe IV)



Con posterioridad al reinado de Felipe IV, ya con el primer Borbón, Felipe V, la golilla se substituye por la corbata francesa.

lunes, 18 de febrero de 2019

El mercurio y la plata Indiana; fuentes de riqueza en la emisión de moneda del período de los Austrias


Cuando los españoles llegaron a las Américas, descubrieron técnicas ingeniosas, empleadas por los indígenas, en el tratamiento de los metales preciosos, adoptando algunas de ellas, en las diferentes casas de moneda, para producir lingotes de plata más puros (Más sobre la plata y su relación con el circulante de Felipe IV)

Los mecanismos que tenían los nativos americanos, en la purificación de los metales preciosos, eran, del todo novedosos, para los "invasores".


Las Guairas

Las guairas, eran hornos que utilizaban los nativos, para fundir los metales. Estos hornos, que se ponían a trabajar, en suelo indígena, y se retraían a la época de los primeros incas... Despertaron, un verdadero interés entre los conquistadores españoles.

Eras  las guairas, construcciones similares a las chimeneas, pero en una disposición invertida, construidas a veces, sólo por piedras, y otras, con la presencia de mortero, e incluso cerámica, y hueso...

Estaban  orientadas, en función del curso del viento... un aire soplado que le proporcionaba una mejor combustión, al favorecer la entrada inmediata de oxigeno, por aquellos orificios que albergaba...
Tenían también, diferentes oquedades, procuradas a estar destinadas a la evacuación del humo.
Dichas "chimeneas",  solían situarse, bien, en zonas elevadas, o en llanos, dependiendo de la intensidad y frecuencia del viento y eran movibles. Se alimentaban con carbón, y realizaba la fundición de metales, durante todo el día, ya que el viento las proporcionaba una continua fuente de energía.

La plata primitiva... aquellos pedazos de rocas, con todas sus impurezas, se introducía en estos hornos. Al fundirse a altas temperaturas, se evaporaba el azufre, y una ligera cantidad de plomo...quedando así, "lingotes de plata con cierta acumulación de plomo" que más tarde en diferentes procesos, serían purificados, gracias a la intervención del azogue, (el mercurio de la época) necesario, para separar el plomo de la plata. Una verdadera técnica revolucionaria observada por los españoles a principios del siglo XVI, concretamente sobre 1558.
Posible escoria de fundición, con alto contenido en cobre.

La plata se disponía en polvo, y era mezclada con el azogue. Se dejaba unos dos meses reposar en grandes patios, se lavaba y se fundía, iniciando así, su proceso de purificación. Para reducir los metales en polvo, se requiría la utilización de molinos de agua, o de sangre (Más sobre acuñación con molinos de agua) los cuales, trituraban las piedras con gran efectividad.
Los mineros indígenas ("ladinos"), se encargaban de sacar el metal de las minas.

Este método, con azogue, fue copiado por los españoles, para poder obtener plata pura y con ella realizar las acuñaciones que hoy día, son consideradas como las mejores de todos los tiempos.

En el reinado de Felipe IV la producción de plata y mercurio se vio mermada.

El azogue pasó a ser un elemento muy valioso para la corona española, tanto o más que el propio oro. Se han encontrado en ciertos navíos hundidos de la primera etapa borbónica, gran cantidad de cajones con mercurio, procedente de las Américas y de la Península Ibérica.

Hasta la llegada de los españoles a las Américas, no se había implantado en este "nuevo continente", un sistema monetario como tal, acorde al europeo. Los nativos comercializaban con distintos elementos, de los cuales destacaban el cacao como moneda de cambio principal ( el "xiquipilli"era la medida marco, equivalente  a  ocho  mil  granos de  cacao), el oro, casi preferiblemente en polvo... utilizado para confeccionar arte que invocarse a sus divinidades y entre otros metales, estaño, necesario para el proceso de ciertas armas.

Con la llegada de los conquistadores al Nuevo Mundo, y debido al descubrimiento y a la explotación, de minas argénteas desconocidas haga entonces, para aliviar la cantidad ingente de metales nobles que llegaban a la Casa de la Moneda de Sevilla, se empieza a establecer  una serie de cecas indianas, (Potosí, Cartagena de Indias, México, Nuevo Reino ...) que producen piezas, y que se envian con posterioridad, a Castilla, junto a lingotes de oro y plata sin acuñar... poco a poco, las monedas, irán instaurándose en las provincias americanas, como base de la economía nativa.

Una de las acuñaciones más hermosas, que existen, en el reinado de Felipe IV , con ceca Indiana, son los 8 reales a martillo (los columnarios)

Se explotaron yacimientos de mercurio en Almaden, Italia y Perú, al igual que minas de plata, por casi todo el territorio indiano, vislumbrándose sobre manera, las de Potosí.

En Huancavelica se encontraba uno de los yacimientos mayores de mercurio.

El azogue, como decimos anteriormente, se empleaba, para separar los metales menos nobles que contenía la plata. Una vez purificada, se confeccionaban en rieleras, los lingotes pertienentes, y se quintaban. Se extraía físicamente un 20% del 100% del lingote, como impuesto de quinto, y se marcaba el lingote, para dar fé, de este importe cobrado por la corona española.

El mercurio, también fue utilizado, por los falsarios, para cubrir mediante amalgamamiento, las monedas de cobre.

16 maravedís de Felipe IV, ceca de Madrid de 1663. Leyenda bastante atípica: "...Res" en sustitución de "REX". Falsa de época.

Los falsificadores, a veces utilizaban una pasta de plata y mercurio que se adhería a la moneda. Después, se calentaba a altas temperaturas, favoreciendo la evaporación de este metal líquido, quedando entonces, forrada la pieza, por plata pura.


Felipe IV, 16 maravedís. Sevilla, fecha 166?. Falsa de época.

viernes, 8 de febrero de 2019

leyendas desajustadas en los maravedís de busto de Felipe IV

Un amigo mío numismático, que centra su colección, sobre todo, en moneda medieval, Rubén, hace poco, me ha enseñado una moneda de Felipe IV (maravedí de busto). Concretamente, 16 maravedís con ceca de Segovia.

Ésto me ha abierto las puertas a confeccionar esta entrada.

Su pregunta hacia mi, ha sido la siguiente:

- "¿A ver si sabes, por qué la he comprado?"- a lo cual, después de examinar más detenidamente la moneda, le contesté:

- Me supongo que por el 3 de la fecha-

Ciertamente no estaba equivocado.
Por el momento, no había reparado "más de la cuenta" en este tipo de detalles, hasta que él presentó una posibilidad, la verdad, bastante adecuada a lo que el sentido común aconseja.


16 maravedís de Felipe IV con ceca de Segovia de 1663. Foto prestada por Rubén Rojo, moneda de su colección.



Sk vemos la fecha de esta moneda, observamos rápidamente como el 3 está metido a "cajón" dentro de la leyenda. Si ese número hubiera seguido con la coherencia espacial de los demás dígitos de la fecha, habría colisionado al final, con el principio de la corona del escudo de armas.

Se nos presenta el 3, raquítico y alto, justamente para poder situarse donde le corresponde (aunque algo más enjuto y elevado).

Aquí, parece, que el abridor de cuños, no "calculó" bien las distancias de las leyendas... Pero es un fenómeno que suele ocurrir con bastante asiduidad en este tipo de piezas...no es la primera variante de este estilo que veo de esta guisa.

¿Entonces, a qué es debido ésto?

Vamos a intentar hipotetizar las respuestas a esta incógnita tan interesante.

1) Posiblemente, el grabador, se enfrenta al cuño sin ningún tipo de plantilla, por lo menos, en lo que respecta a las leyendas...pues de no ser así, lo lógico, es que todas los números y letras de las mismas, estuvieran bien alineados y gradualmente espaciados (ya que tendría margen de corrección antes de pasar el trabajo al metal). Este "error" parece más bien, una equivocación sobre la marcha.

De repente, el abridor de cuños, (Más sobre procesos de acuñación) se da cuenta, de que se le queda corto el espacio donde grabar y no tiene más remedio que adelgazar el número y elevarlo, para que quepa dentro del espacio destinado a la leyenda.

Podemos observar, que el momento que desencadena este problema, viene de antes. La fecha se va torciendo ligeramente a derechas, cogiendo una inclinación un poco acentuada hacia el interior del campo de la moneda, alcanzando  su máximo grado de inclinación, en el segundo 6...este desencadenante, produce que la leyenda, se acerque mucho más a la corona del escudo y haya menos margen de actuación.

2) Es, como vimos anteriormente, bastante casual, encontrarnos con el último número de las fechas de ciertos Felipes descentrados, inclinados y girados...sería lógico pensar, que cabe la posibilidad de que los cuños estén repetidos, copiados, en sus inicios.

Si tuviéramos cuños similares para grabar distintas monedas, con fechas de sólo tres dígitos, podríamos introducir el cuarto de ellos cuando el año de emisión cambiara...así, sólo modificaríamos lo que respecta a la fecha, evitando tener que confeccionar un cuño nuevo...aunque en esta teoría, no encaja bien, que el artesano dejase tan poco espacio para futuras intervenciones... Tal vez, el ojo del grabador, vio más completa la moneda, sin ese cuarto dígito en su concepción, y artísticamente, acercó la fecha al escudo, pasando por alto que tiempo más adelante, tendrían que colocar el cuarto número.

Por otro lado, este 3, incluso podría tener distinto arte, y ser del mismo grabador o de otro distinto (factor que afianzaría más está segunda hipótesis)

Conclusión:

A expensas de escuchar nuevas teorías (cosa que os animo a hacer en los comentarios de esta entrada), yo me quedo con la primera opción, por dos motivos fundamentales:

- Por la inclinación de la fecha hacia el margen inferior derecho. (Considerando este dato, como un "error" en la precisión en el grabado del abridor de cuños)

- Por el desajuste de más palabras en las leyendas...no sólo las fechas de estos maravedís de busto sufren estos pormenores, también se acometen éstos, generalmente al principio de las leyendas...tal es el caso de la misma moneda, en la que se puede ver la desalineación de las letras de la palabra Hispaniarvm, aunque menos acentuada que en otras piezas.