miércoles, 5 de diciembre de 2018

Rostro de Felipe IV en los maravedís de busto: Fiel reflejo de una sociedad

El prognatismo es una enfermedad que se da normalmente en la mandíbula inferior, consistente en una deformación de la misma, recibiendo el rostro una asimetría bastante protuberante que suele afearlo.


En el reinado de los Austrias, este defecto, estaba propiciado por las relaciones consanguíneas endogámicas que se dieron a lo largo de los siglos. Esta enfermedad, claramente genética, acusó en mayor grado los mentones de Carlos I y Carlos II.

Con Felipe III y Felipe IV, la enfermedad también dejó entrever su aspecto poco afable, aunque bastante menos acusado que en su antecesor, Carlos V de Alemania.
Tal enfermedad no poseía los avances médicos del siglo XXI e imponía una verdadera tortura a aquellos que desgraciadamente la poseían. La dificultad en el habla podía ser notoria, ya que el maxilar superior e inferior no solían nunca juntarse, dejando una separación en centímetros, eterna entre ellos, que impedía la buena articulación del lenguaje.
La masticación de los alimentos, también se hacía difícil, y en casos dolorosa.

Podemos observar en ciertos bustos de los maravedís de Felipe IV, esa mandíbula tan prominente.


Lejos de esconder el "defecto", parece como si el monarca se vanagloriara del mismo, como símbolo y distinción de una casta real poderosa. Orgulloso de  la dinastía austriaca y trastrámara, el Rey Planeta, exibe su prominente mandíbula, en muchos tipos de busto de estas monedas de vellón.


Aún así, consciente de esta "deformidad", la intenta suavizar con la presencia de una pequeña perilla y de un bigote afilado, que compensa visualmente tal asimetría.




Pasaba lo mismo con los lunares, eran postizos que se colocaban en el rostro para conseguir un "mayor atractivo". En el caso de los bustos de Felipe IV, esos lunares que detenta en muchos casos el monarca en sus acuñaciones, se deben más a un proceso técnico que a un fiel reflejo de esa sociedad (ver las marcas guías en los maravedís de busto de Felipe IV).



Ciertamente, Felipe IV siguió los cánones de la época, en cuanto a estética se trató. Tal reflejo de dicha circunstancia, se plasma también, en sus monedas de busto.
En el siglo XVII, los peinados masculinos se realizaban con la raya a uno de los lados, incorporando el llamado tupé. Los bigotes adquirieron en muchos casos, dimensiones esperpénticas, en los que los finales de las puntas, señalaban hacia arriba.


Parece ser, por los cuadros de Velázquez, que en la etapa de juventud de Felipe IV, el uso del bigote en él, era bastante habitual, no dándose el caso de la "barba", que no tuvo lugar hasta más avanzado el tiempo. Ya, en la marudez, se percibe ese vello en la parte inferior de la mandíbula, como así se nos muestra en los últimos cuadros del pintor sevillano, sobre este rey, allá por principios del 1657, época ya, muy cercana a las nuevas acuñaciones de la serie de 1660 a 1664, en las que se puede observar estas peculiaridades, en el rostro del monarca.

Diego Rodríguez De Silva Y Velázquez, retrató al monarca en numerosas ocasiones, de una manera realista, sin idealizar la figura del rey. En estas pinturas, se puede ver claramente dicho alargamiento del rostro, que también es patente en los maravedís de busto.



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