Existen innumerables variantes, dentro de los maravedís de busto de Felipe IV.
Hoy vamos a hacer incapié en el arte de las monedas y no en las leyendas, que ya de por sí, son numerosas...
Destacamos, que los cuños, en este periodo de tiempo que nos ocupa, de 1660 a 1664, gozan de ser muy variados.
Variantes de distintos elementos del arte de la moneda
Rostro
El rostro del monarca posee según el grabador de cada ceca y dentro de la misma casa, bastantes cuños.
Son bustos, que aún hoy en día, nos sorprenden porque se van descubriendo nuevas variantes sin catalogar.
Uno de los tipos de busto de Felipe IV.
Todos, los rostros miran a derechas, exceptuando una variante muy rara de la ceca de Córdoba que mira a izquierdas (más aquí).
Rostro a izquierdas (falsa de época)
Orlas
En cuanto a orlas, destacamos las que rodean al monarca. Suelen ser orlas circulares pero no al 100% simétricas... A veces se ven las imperfecciones del perímetro de la circunferencia, como si la hubiese hecho el abridor de cuños a mano alzada. Con respecto a esta característia, la diferencia más notoria, estriba, en que hay monedas con el busto del rey, con o sin orla.
Orla circular pequeña que rodea el busto del monarca.
También pasa en el anverso (llamo anverso, a la cara de la moneda donde aparecen ceca y valor) con el escudo de armas, que puede situarse dentro de una orla o no...
Las coronas
Fijándonos en las coronas que superan los escudos de armas, también existen tipos distintos según su arte... Normalmente, no se suelen estudiar, ni plasmar como variantes, al no ser que sean coronas abiertas o cerradas, que entonces sí entran dentro de una catalogación menos exaustiva.
Tipo de corona cerrada en 16 maravedís de Felipe IV
Valores
Los valores generalmente se sitúan en la parte derecha del castillo. Los valores que son iguales, se diferencian a veces, por la posición en los que están grabados. Ésto ocurre, sin duda en valores altos (16 maravedís) donde el último dígito, también da la posibilidad de hallarse girado.
En relación al valor de 8 maravedís, podemos encontrárnoslo con número latino o arábigo.
Con 4 maravedís, el valor siempre estará grabado en número latino. Hay también variantes en las que el IIII aparece bajo el castillo y no a la derecha de éste.
Con el valor II, también veremos el número en latín.
Valor de IIII maravedís muy elevado a derechas del castillo.
Todos estos valores pueden estar o no, acotados por puntos, perteneciendo así a una u otra variante.
En cuanto a las cecas, tenemos más información aquí.
8 maravedís de Felipe IV de Madrid de 1661. Marca de ceca bajo el escudo cuartelado.
Ocurre lo mismo que con los valores... Pueden estar o no acotadas por puntos, al igual que los ensayadores.
Enlace sobre las distintas marcas de ensayador, en los maravedís de busto de Felipe IV.
Todas estas peculiaridades, incluyendo las características propias de cada leyenda, conforman un sin fin de variantes que aún en día faltan, por ser catalogadas.
Todavía existen innumerables variantes de estilo, de ceca, de valores y de fechas...los actuales y excelentes catálogos hechos al respecto, aún habiendo mejorado mucho el mundo de la numismática, no recogen en su totalidad aquellas variantes menos comunes que de vez en cuando nos encontramos. En este blog puedes mandar las fotos de tus monedas de maravedís de busto de Felipe IV no catalogadas, sus falsas de época y también de busto reselladas y las publicaré. Correo: oscarfmlfm@yahoo.es
martes, 25 de septiembre de 2018
martes, 18 de septiembre de 2018
Corregir monedas dobladas
Hace poco recibí de un amigo, una moneda de 16 maravedís de Felipe IV, completamente doblada sobre sí misma. La doblez era tal, que llegaba a juntarse el cospel, conformando casi una semicircunferencia. Un pequeño vano, salvaba esa pequeñísima distancia entre las dos paredes del mismo reverso.
8 maravedís de Felipe IV, algo corregida antes de aplicarla calor.
Tenía bastante buena pinta, pero sabía de antemano que una mala decisión daría con la pieza al traste.
Así que, ni corto ni perezoso, me puse a indagar sobré qué método sería el más indicado para tratar a esta desafortunada moneda.
Afortunadamente, di con uno que me satisfizo nada más verlo, y me alegró haberlo elegido, después de tan buenos resultados.
Frente a monedas de este tipo, lo mejor es actuar con prudencia y no dejar ninguna posibilidad de error en nuestra manipulación.
Cogemos la moneda y la depositamos en la base de una pequeña olla. Es decir, damos la vuelta a la olla, y colocamos encima de su base a la moneda (por la parte donde recibe el fuego)
Nos hacemos con un soplete (podéis adquirirlo seguramente en cualquier tienda con productos para la cocina...) en mi caso, elegí un pequeño quemador para azúcar (cremas catalanas, ponches segovianos y demás delicatessen...)
Lo encendemos y enchufamos diréctamente la llama sobre el cospel... y sin miedo, esperamos hasta que éste se ponga rojo, pasa por gamas de color, como el verde y el azúl...
A veces es mejor llegar solo a esta gama de colores, para que la pátina no se resienta tanto... Hay que tener más cuidado y paciencia con el rodillo.
cuando veamos que está lo suficientemente caliente (al rojo vivo) con una cuchara, u otro utensilio, empujamos la pieza hasta dejarla caer en un recipiente lleno de agua, que previamente habremos dispuesto cerca de la olla, por comodidad. (Ojo, no coger la moneda, que quema)
Moneda literalmente al rojo vivo.
Esta operación la haremos unas cuantas veces, dependiendo del grosor de la moneda y de su flexibilidad.
Intentad no ceder mentalmente, y frenar el impulso de abrirla con procedimientos mecánicos.
La moneda, va cediendo sola, y cuál ostra, va abriendo su concha, con cada repetición de fuego y agua.
Sorprendentemente, la moneda va cediendo sola, como "por arte de magia".
Llegará un punto en el que esté casi del todo abierta, es el momento de empezar a meter otra variable dentro del procedimiento de desdoblamiento.
Cuando llegue ese instante, repetiremos el mismo tratamiento; calor, y agua... rápidamente la sacamos del recipiente y la colocamos en una superficie plana (bajo ella, un trapo para no rayarla) y por medio de un objeto cilíndrico (lápiz, boli, rodillo....) Apretamos levemente y giramos de alante a atrás, hasta abrirla un poquito. Aquí es donde hay que tener cuidado y no ser impaciente. Que ceda una poco la moneda, pero no la forcemos a más. Repetiremos después el proceso de quemar y sumerjirla en agua, para acontinuación utilizar de nuevo el rodillo... Así cuantas veces sea necesario...podemos alcanzar las 6 repeticiones o más...llegará un punto en que la moneda consiga plenamente su horizontalidad, y será el momento de aplaudir, pues tendremos la pieza corregida.
Cuando la moneda no posee un metal en condiciones, la pátina se resiente mucho...hay que volver a despatinar y repatinar...
Moneda terminada. Repatinada y protegida con cera.
Misma moneda con distinta iluminación. A mí parecer, falsa de época.
El acabado muchas veces, depende del estado de conservación de la pieza.
4 maravedís de busto fe Felipe IV acuñados a rodillo. La Coruña, 1662. Vellón rico, esta pátina es estable.
El inconveniente de este método es que la pátina se obscurece, pero tendremos una pieza buena para nuestra colección, (si ésta poseía buenos relieves, y lo más importante, sin marca del pliegue primigenio)
Un dato a tener en cuenta, si hubiese que limpiar la moneda (métodos de limpieza, aquí), hacerlo después de haber efectuado este procedimiento, porque la escoria y suciedad de la pieza, protegerá a la pátina del calor del soplete.
8 maravedís de Felipe IV, algo corregida antes de aplicarla calor.
Tenía bastante buena pinta, pero sabía de antemano que una mala decisión daría con la pieza al traste.
Así que, ni corto ni perezoso, me puse a indagar sobré qué método sería el más indicado para tratar a esta desafortunada moneda.
Afortunadamente, di con uno que me satisfizo nada más verlo, y me alegró haberlo elegido, después de tan buenos resultados.
Frente a monedas de este tipo, lo mejor es actuar con prudencia y no dejar ninguna posibilidad de error en nuestra manipulación.
Cogemos la moneda y la depositamos en la base de una pequeña olla. Es decir, damos la vuelta a la olla, y colocamos encima de su base a la moneda (por la parte donde recibe el fuego)
Nos hacemos con un soplete (podéis adquirirlo seguramente en cualquier tienda con productos para la cocina...) en mi caso, elegí un pequeño quemador para azúcar (cremas catalanas, ponches segovianos y demás delicatessen...)
Lo encendemos y enchufamos diréctamente la llama sobre el cospel... y sin miedo, esperamos hasta que éste se ponga rojo, pasa por gamas de color, como el verde y el azúl...
A veces es mejor llegar solo a esta gama de colores, para que la pátina no se resienta tanto... Hay que tener más cuidado y paciencia con el rodillo.
cuando veamos que está lo suficientemente caliente (al rojo vivo) con una cuchara, u otro utensilio, empujamos la pieza hasta dejarla caer en un recipiente lleno de agua, que previamente habremos dispuesto cerca de la olla, por comodidad. (Ojo, no coger la moneda, que quema)
Moneda literalmente al rojo vivo.
Esta operación la haremos unas cuantas veces, dependiendo del grosor de la moneda y de su flexibilidad.
Intentad no ceder mentalmente, y frenar el impulso de abrirla con procedimientos mecánicos.
La moneda, va cediendo sola, y cuál ostra, va abriendo su concha, con cada repetición de fuego y agua.
Sorprendentemente, la moneda va cediendo sola, como "por arte de magia".
Llegará un punto en el que esté casi del todo abierta, es el momento de empezar a meter otra variable dentro del procedimiento de desdoblamiento.
Cuando llegue ese instante, repetiremos el mismo tratamiento; calor, y agua... rápidamente la sacamos del recipiente y la colocamos en una superficie plana (bajo ella, un trapo para no rayarla) y por medio de un objeto cilíndrico (lápiz, boli, rodillo....) Apretamos levemente y giramos de alante a atrás, hasta abrirla un poquito. Aquí es donde hay que tener cuidado y no ser impaciente. Que ceda una poco la moneda, pero no la forcemos a más. Repetiremos después el proceso de quemar y sumerjirla en agua, para acontinuación utilizar de nuevo el rodillo... Así cuantas veces sea necesario...podemos alcanzar las 6 repeticiones o más...llegará un punto en que la moneda consiga plenamente su horizontalidad, y será el momento de aplaudir, pues tendremos la pieza corregida.
Cuando la moneda no posee un metal en condiciones, la pátina se resiente mucho...hay que volver a despatinar y repatinar...
Moneda terminada. Repatinada y protegida con cera.
Misma moneda con distinta iluminación. A mí parecer, falsa de época.
El acabado muchas veces, depende del estado de conservación de la pieza.
4 maravedís de busto fe Felipe IV acuñados a rodillo. La Coruña, 1662. Vellón rico, esta pátina es estable.
El inconveniente de este método es que la pátina se obscurece, pero tendremos una pieza buena para nuestra colección, (si ésta poseía buenos relieves, y lo más importante, sin marca del pliegue primigenio)
Un dato a tener en cuenta, si hubiese que limpiar la moneda (métodos de limpieza, aquí), hacerlo después de haber efectuado este procedimiento, porque la escoria y suciedad de la pieza, protegerá a la pátina del calor del soplete.
lunes, 17 de septiembre de 2018
Repatinado con atmósfera de amoniaco
En esta nueva entrada, vamos a contemplar una buena forma de repatinar monedas.
Inevitablemente, ciertas piezas han tenido que ser limpiadas de forma drástica, viéndonos obligados a eliminar toda su pátina, conseguida al cabo de tantos años. (Ver más sobre métodos de limpieza, aquí)
El proceso de repatinado es importante, ya que, aunque se conforma una pátina artificial, ésta nos sirve para frenar el avance del cáncer de cobre y ayuda a proteger al cospel frente a los agentes externos.
Esta moneda la compré en un lote de piezas antiguas. Nada más verla, lo primero que hice es apartarla del resto, para no contagiar a sus "colegas".
Módulo de 8 maravedís completamente infectado de cáncer de cobre. Anverso.
La limpieza y la consecuente repatinación, nos sirve en el caso que nos ocupa de dos maneras:
Por un lado, conseguimos quitar toda esa costra oxidada e inestable, que entorpece el arte del cospel, y por otro, saneamos el metal y le damos una protección extra.
Por el módulo y el reverso, sabía que eran 8 maravedís, pero dudaba entre Carlos III, Carlos IV, Isabel II e incluso Fernando VII.
Método
Cogemos un frasco de cristal y forramos las paredes de su interior con papel de aluminio. Exprimimos el zumo de un limón y hechamos una cucharada grande de sal. Removemos e introducimos el mejunje en el frasco. A continuación depositamos la moneda.
Zumo de limón en contacto con la moneda. (Se van desprendiendo todas las impurezas)
Este proceso puede ser lento.
La moneda que mostramos, estuvo dentro del líquido 6 horas, hasta que se desprendió todo el cáncer y la pátina desapareció por completo, mostrándonos el color de la moneda, a flor de piel, con ese tono rojo dorado.
Después de tres horas, todavía quedaba cáncer por quitar.
Una vez hemos conseguido despatinar por completo la moneda, nos toca volver a repatinarla.
Para ello, cogemos un frasco de cristal, vertemos amoniaco (en mi caso eché amoniaco y algo de vinagre, para conseguir una pátina más verdosa) y colgamos de la tapa mediante un hilo a la moneda. Ésta tiene que quedar a excasos centímetros del líquido (nunca tocarlo) suspendida en el aire a unos 2 o 3 centímetros.
La dejamos durante unas horas o días... El tiempo depende del metal de la moneda y de la pureza del amoniaco (cuidado con los gases que vierte...)
Anverso y reverso después de estar un día entero sometida a los vapores del amoniaco. Ya distinguimos que es un Carolus.
Con respecto a la moneda en cuestión, diré que no me convenció del todo el efecto conseguido después de un día entero, así que froté de nuevo con cepillo de dientes y procedí a repetir el repatinado.
Conseguí tenerla un día y medio más, cuando la saqué, observé unos puntos verdes al rededor de todo el cospel (aquí no hay que asustarse). Después, la volví a meter en el frasco y llegué a los dos días con dicho proceso. Las manchas verdes se volvieron color esmeralda, y es cuando decidí sacarla.
Anverso y reverso después de estar sometidos a 48 horas de vapores de amoniaco.
A veces las pátinas artificiales son uniformes y otras juegan libremente, creando distintas composiciones de colores.
Una vez hemos sacado la moneda del frasco, hay que frenar el proceso de los ácidos. Para ello, pasaremos la llama de un mechero por encima del anverso y del reverso, durante el tiempo que creamos oportuno (cuantos más segundos, más se obscurecerse la pátina)
Después la metemos en agua (preferiblemente destilada) un buen rato, la sacamos y secamos.
Una vez seca, la untamos con cera microcristalina, para preservarla.
El último proceso podemos saltárnoslo si queremos. En éste, si queremos, mojaríamos la moneda y la untaríamos inmediatamente con arenilla. Depositamos la arena encima de la superficie mojada de la moneda y con el dedo restregamos todo el cospel. Dejamos secar y vamos quitando con trapo y dedo, el sobrante (con mucho cuidado) y sin presionar en exceso.
Este último método puede darnos muy buenos resultados, y gracias a él, observamos como las leyendas y parte del arte de la moneda se destacan.
Moneda terminada, lista para ser encapsulada. Tierra que remarca los relieves. 8 Maravedís de Carlos III de Segovia 1785.
Inevitablemente, ciertas piezas han tenido que ser limpiadas de forma drástica, viéndonos obligados a eliminar toda su pátina, conseguida al cabo de tantos años. (Ver más sobre métodos de limpieza, aquí)
El proceso de repatinado es importante, ya que, aunque se conforma una pátina artificial, ésta nos sirve para frenar el avance del cáncer de cobre y ayuda a proteger al cospel frente a los agentes externos.
Esta moneda la compré en un lote de piezas antiguas. Nada más verla, lo primero que hice es apartarla del resto, para no contagiar a sus "colegas".
Módulo de 8 maravedís completamente infectado de cáncer de cobre. Anverso.
La limpieza y la consecuente repatinación, nos sirve en el caso que nos ocupa de dos maneras:
Por un lado, conseguimos quitar toda esa costra oxidada e inestable, que entorpece el arte del cospel, y por otro, saneamos el metal y le damos una protección extra.
Por el módulo y el reverso, sabía que eran 8 maravedís, pero dudaba entre Carlos III, Carlos IV, Isabel II e incluso Fernando VII.
Método
Cogemos un frasco de cristal y forramos las paredes de su interior con papel de aluminio. Exprimimos el zumo de un limón y hechamos una cucharada grande de sal. Removemos e introducimos el mejunje en el frasco. A continuación depositamos la moneda.
Zumo de limón en contacto con la moneda. (Se van desprendiendo todas las impurezas)
Este proceso puede ser lento.
La moneda que mostramos, estuvo dentro del líquido 6 horas, hasta que se desprendió todo el cáncer y la pátina desapareció por completo, mostrándonos el color de la moneda, a flor de piel, con ese tono rojo dorado.
Después de tres horas, todavía quedaba cáncer por quitar.
Una vez hemos conseguido despatinar por completo la moneda, nos toca volver a repatinarla.
Para ello, cogemos un frasco de cristal, vertemos amoniaco (en mi caso eché amoniaco y algo de vinagre, para conseguir una pátina más verdosa) y colgamos de la tapa mediante un hilo a la moneda. Ésta tiene que quedar a excasos centímetros del líquido (nunca tocarlo) suspendida en el aire a unos 2 o 3 centímetros.
La dejamos durante unas horas o días... El tiempo depende del metal de la moneda y de la pureza del amoniaco (cuidado con los gases que vierte...)
Anverso y reverso después de estar un día entero sometida a los vapores del amoniaco. Ya distinguimos que es un Carolus.
Con respecto a la moneda en cuestión, diré que no me convenció del todo el efecto conseguido después de un día entero, así que froté de nuevo con cepillo de dientes y procedí a repetir el repatinado.
Conseguí tenerla un día y medio más, cuando la saqué, observé unos puntos verdes al rededor de todo el cospel (aquí no hay que asustarse). Después, la volví a meter en el frasco y llegué a los dos días con dicho proceso. Las manchas verdes se volvieron color esmeralda, y es cuando decidí sacarla.
Anverso y reverso después de estar sometidos a 48 horas de vapores de amoniaco.
A veces las pátinas artificiales son uniformes y otras juegan libremente, creando distintas composiciones de colores.
Una vez hemos sacado la moneda del frasco, hay que frenar el proceso de los ácidos. Para ello, pasaremos la llama de un mechero por encima del anverso y del reverso, durante el tiempo que creamos oportuno (cuantos más segundos, más se obscurecerse la pátina)
Después la metemos en agua (preferiblemente destilada) un buen rato, la sacamos y secamos.
Una vez seca, la untamos con cera microcristalina, para preservarla.
El último proceso podemos saltárnoslo si queremos. En éste, si queremos, mojaríamos la moneda y la untaríamos inmediatamente con arenilla. Depositamos la arena encima de la superficie mojada de la moneda y con el dedo restregamos todo el cospel. Dejamos secar y vamos quitando con trapo y dedo, el sobrante (con mucho cuidado) y sin presionar en exceso.
Este último método puede darnos muy buenos resultados, y gracias a él, observamos como las leyendas y parte del arte de la moneda se destacan.
Moneda terminada, lista para ser encapsulada. Tierra que remarca los relieves. 8 Maravedís de Carlos III de Segovia 1785.
jueves, 13 de septiembre de 2018
Busto a izquierdas de maravedís de bustos originales de Felipe IV
Generalmente, los maravedís de busto, tienen una característica que los hace a casi todos comunes, y es, que el rostro del monarca, aparece mirando a derechas.
Con esta seña de identidad, es fácil diferenciar a aquellas monedas falsas de época, con las que no lo son, pues las piezas en las que los bustos miran a izquierdas, normalmente, siempre serán consideradas falsas.
No obstante, como imagináis, hay excepciones que vienen a confirmar la regla.
De un tiempo a esta parte, me viene a la cabeza la duda de por qué el busto de Felipe IV, normalmente en este tipo de monedas, mira a derechas. No sé si respondía a las pertinentes pragmáticas, o es que el abridor de cuños, tenía potestad para establecer este tipo de orientación, no sé si se debía a una ideología, o a una cuestión simplemente estética...
Considero, por otra parte, que en las monedas falsas de época que miran hacia la izquierda, la motivación podría responder a varias causas:
Esta fue la moneda (maravedís de busto), ciertamente más falsificada en la historia de la monarquía española, por ello, no es de extrañar que los falsarios basándose en lo que veían, cambiasen la orientación del rostro del monarca en un intento de suavizar una posible pena en el caso de que fueran descubiertos por el orden social existente. (Se sabe que algunos falsarios, no reproducían exactamente los originales, no por falta de aptitudes, si no, porque sabían, que la ley, reducía la pena, en aquellas falsificaciones, en las que claramente difería el arte de la moneda falsificada en relación a las generadas en las respectivas cecas oficiales)
16 maravedís de 1664 con busto a izquierdas. Falsa de época. Colección del autor.
Esta fórmula, ayudaba a las autoridades competentes, a encontrar ese tipo de falsficaciones, de una forma algo más sencilla... pero en post de beneficiar a los mejores falsarios (por la reducción de la pena), les perjudicaba, pues, al ser piezas más reconocibles, ocurría, que se exponían más, y así, pasaban a ser una presa, menos difícil.
Otra causa puede deberse, sencillamente, a la apetencia del falsario en dejar constancia de su impronta personal, riéndose de lo legalmente establecido, y usando todo su poder artístico y emocional, para ello.
Existe una teoría también, que explica que aquellos artistas diestros, normalmente pintan los rostros a derechas, pues les es más cómodo y natural, y los zurdos a izquierdas... Así que, según lo dicho, podríamos saber si el grabador era zurdo o diestro... No sé qué pensar de ésto, pero yo que escribo con la derecha, si me pusiera a pintar un rostro, preferiría pintarlo a izquierdas, creo que sería más fácil para mis trazos, así que no estoy convencido de tal formulación.
Sea lo que fuere, existen maravedís de busto oficiales de Felipe IV, con el rostro del monarca mirando a izquierdas. Raras excepciones, que hacen aún más atractivo el coleccionar este tipo de piezas.
Con la ceca de Córdoba, y fecha de 1663, existen 4 maravedís de Felipe IV con busto a izquierdas. Considerada muy rara.
Ensayador (T) (M) Simón de Tapia.
Ceca C con corazón encima.
Leyenda anverso:
+PHILIPVS+IIII+D+G
Leyenda reverso:
HISPANIARVM REX 1663+
Existe otra variante de 4 maravedís de 1663 de Felipe IV, con busto a izquierdas, con la ceca y ensayadores a derechas del castillo (de Córdoba) y la C mirando a izquierdas.
Leyenda anverso:
+PHILIPPVS+IIII+D+G
Leyenda reverso:
HISPANIARVM REX+1663+
Con esta seña de identidad, es fácil diferenciar a aquellas monedas falsas de época, con las que no lo son, pues las piezas en las que los bustos miran a izquierdas, normalmente, siempre serán consideradas falsas.
No obstante, como imagináis, hay excepciones que vienen a confirmar la regla.
De un tiempo a esta parte, me viene a la cabeza la duda de por qué el busto de Felipe IV, normalmente en este tipo de monedas, mira a derechas. No sé si respondía a las pertinentes pragmáticas, o es que el abridor de cuños, tenía potestad para establecer este tipo de orientación, no sé si se debía a una ideología, o a una cuestión simplemente estética...
Considero, por otra parte, que en las monedas falsas de época que miran hacia la izquierda, la motivación podría responder a varias causas:
Esta fue la moneda (maravedís de busto), ciertamente más falsificada en la historia de la monarquía española, por ello, no es de extrañar que los falsarios basándose en lo que veían, cambiasen la orientación del rostro del monarca en un intento de suavizar una posible pena en el caso de que fueran descubiertos por el orden social existente. (Se sabe que algunos falsarios, no reproducían exactamente los originales, no por falta de aptitudes, si no, porque sabían, que la ley, reducía la pena, en aquellas falsificaciones, en las que claramente difería el arte de la moneda falsificada en relación a las generadas en las respectivas cecas oficiales)
16 maravedís de 1664 con busto a izquierdas. Falsa de época. Colección del autor.
Esta fórmula, ayudaba a las autoridades competentes, a encontrar ese tipo de falsficaciones, de una forma algo más sencilla... pero en post de beneficiar a los mejores falsarios (por la reducción de la pena), les perjudicaba, pues, al ser piezas más reconocibles, ocurría, que se exponían más, y así, pasaban a ser una presa, menos difícil.
Otra causa puede deberse, sencillamente, a la apetencia del falsario en dejar constancia de su impronta personal, riéndose de lo legalmente establecido, y usando todo su poder artístico y emocional, para ello.
Existe una teoría también, que explica que aquellos artistas diestros, normalmente pintan los rostros a derechas, pues les es más cómodo y natural, y los zurdos a izquierdas... Así que, según lo dicho, podríamos saber si el grabador era zurdo o diestro... No sé qué pensar de ésto, pero yo que escribo con la derecha, si me pusiera a pintar un rostro, preferiría pintarlo a izquierdas, creo que sería más fácil para mis trazos, así que no estoy convencido de tal formulación.
Sea lo que fuere, existen maravedís de busto oficiales de Felipe IV, con el rostro del monarca mirando a izquierdas. Raras excepciones, que hacen aún más atractivo el coleccionar este tipo de piezas.
Con la ceca de Córdoba, y fecha de 1663, existen 4 maravedís de Felipe IV con busto a izquierdas. Considerada muy rara.
Ensayador (T) (M) Simón de Tapia.
Ceca C con corazón encima.
Leyenda anverso:
+PHILIPVS+IIII+D+G
Leyenda reverso:
HISPANIARVM REX 1663+
Existe otra variante de 4 maravedís de 1663 de Felipe IV, con busto a izquierdas, con la ceca y ensayadores a derechas del castillo (de Córdoba) y la C mirando a izquierdas.
Leyenda anverso:
+PHILIPPVS+IIII+D+G
Leyenda reverso:
HISPANIARVM REX+1663+
lunes, 10 de septiembre de 2018
Estuches para guardar monedas
Ciertamente nos habremos preguntado más de una vez, cuál es la manera más idónea de guardar nuestras piezas.
Hoy voy a referirme a los estuches de madera o acolchados, con la presencia de bandejas apiladas, donde dejar descansar las monedas.
Lo primero de todo, es tener en cuenta, en qué tipo de región vivimos. No es lo mismo una zona con presencia de mucha humedad, como bien pudiera ser Mallorca, que otra, con humedad casi nula, como pueda ser Segovia. No es equiparable vivir al lado de un río o de un mar, que al lado de la montaña o en un lugar más desértico...
En aquellas regiones con bastante humedad, es importante disponer de un habitáculo en el que podamos meter estos estuches... En el mismo, podremos colocar bolas antihumedad, que absorberán este vapor de agua tan perjudicial para nuestras monedas.
También podemos disponer de un humidificador, que neutralice está humedad, pero puede ser molesto por el ruido que emite el propio aparato e incluso peligroso, ya que se "se come" el aire que respiramos.
Otros, preferirán disponer de medios más complicados y altamente eficaces como las centrales de tratamiento de aire... Os dejo un enlace al respecto:
https://www.murprotec.es/consecuencias-humedades/deshumidificadores-bolas-anti-humedad/
Tampoco es cuestión de alarmarse.
Pienso que con unos paquetitos de bolas antihumedad y sus respectivos cambios, cada cierto tiempo, tenemos más que de sobra.
Volviendo al tema que nos ocupa, el de los estuches, vemos que puede haber básicamente de dos tipos:
O bien de madera, o bien de cuero forrado, o sintético que emula al cuero. Ambos pueden albergar bandejas de fieltro con sus conocidos compartimentos para las monedas.
Algunos espacios son redondos y otros cuadrados. En ellos podemos depositar nuestras piezas "a pelo" o encapsuladas, con materiales óptimos...y de formas, o bien cilíndricas o bien cuadradas.
Esta manera de organizar las monedas, es muy vistosa. Yo la suelo emplear para guardar las monedas más representativas de la colección.
Distinguiremos entre monedas de oro, cobre y plata, pues, podemos tener diferentes procedimientos de "almacenaje" según el tipo de metal.
Estuche de cuero para albergar medallas o monedas.
Monedas de oro:
El oro es uno de los metales preciosos más estables que existen. Es casi incorruptible y no se oxida.
A pesar de ello, las monedas de oro pueden coger una ligera "pátina" que las hace más adorables...la reacción es sólo externa, y se da como consecuencia de las alteraciones químicas que se producen en la tierra al contacto con la pieza, pudiendo, en ocasiones, vislumbrarse tonos rojizos... En otras, circunstancias, ese brillo característico de este metal tan querido, se esconde un poco (pátina de monetario) tornándose más opaco, debido sobre todo a la suciedad... en ambos casos, es importante no limpiar la pieza, pues estas "pátinas" confieren carácter, e historia a la moneda...a veces el simple contacto con el agua, elimina estas impurezas tan peculiares.
Introducción del oro en estuches
Lo bueno que tienen las bandejas de esta serie de estuches es que albergan espacios independientes para colocar las monedas. Dichos espacios, tienen diferentes diámetros, ajustándose al tamaño de los diferentes cospeles. Pueden ser circulares o cuadrados y en ambos se pueden meter cápsulas de varios tamaños.
Yo las monedas de oro, aunque no hay necesidad, las meto en cápsulas y después en estos pequeños espacios. Digo, lo de "no hay necesidad" entendida desde el punto de vista de que no se van a oxidadar, ni nada por el estilo,no obstante, no me gustaría ver cómo alguna de ellas se cae al suelo o se golpea por un descuido accidental. Por eso prefiero encapsuladas.
Monedas de Plata:
La plata es un metal muy noble, aunque sí que produce pátina.
Suele estar aleada con otros metales menos nobles como el cobre, y reaccionar y coger tonalidades verduzcas, e incluso pequeños puntitos de corrosión cancerígena.
La pátina estable de las monedas de plata, está generada por la reacción de los cloruros de la propia plata en contacto con el aire. El metal coge un color grisáceo o negruzco, a veces con otras tonalidades. Esta pátina protege a la moneda y le da una personalidad más fuerte que si no la tuviera.
Introducción de la plata en estuches
II reales de Felipe V encapsulados.
Aquí surge un dilema... podemos introducirlas sin cápsulas, y si tenemos cuidado no lamentaremos que la moneda sufra por algún golpe que se desencade...aunque entorpeceremos que la pieza coja pátina de monetario al no estar en contacto con el aire.
Lo que suelo hacer yo, es encapsular aquellas piezas que tienen bonita pátina y las otras dejarlas al aire...ya habrá tiempo de meterlas en cápsulas.
Es recomendable echarlas un ojo de vez en cuando y voltearlas cada cierto tiempo, para que cojan el mismo tipo de pátina por los dos lados.
Monedas de cobre y bronce:
El cobre y el bronce son dos metales que sufren bastante con la humedad.
Está el temido cáncer de cobre, que hace que la moneda literalmente se desintegre en muchos casos.
Las pátinas de este tipo de metal suele ser de muchos tonos, y protegen ante la corrosión.
Azuladas, amarronadas, verdosas, negruzcas, doradas... Un sin fin de tonalidades que confieren el carácter personal de cada pieza.
Introducción del cobre y del bronce en estuches
Normalmente yo no las encapsulo, evitándome el trasiego que conlleva comprar tanta cápsula... (si tienen pátina estable es mejor dejarlas al aire) y le doy libertad al tiempo, para que las trate de la mejor manera posible. Hay que observar cada cierto tiempo, para ver si cogen algún tipo de corrosión no deseable, y voltearlas también.
Si la moneda es "muy particular", la trato como si fuera una pieza de oro, y la encapsulo. Otras veces, si la moneda ha sufrido anteriormente a la limpieza, corrosión, o si tengo dudas de la estabilidad de la pátina, la meto en cápsulas, para ver cómo evoluciona y que no contagie a las demás piezas.
6 cuartos de Isabel II. Sobre fieltro.
Por cierto, se me olvidó comentar, que también se pueden sustituir cartones, por cápsulas, en las bandejas con espacios cuadrados.
Para sitios con mucha humedad, es mejor no grapar estos cartones, para que no se oxiden las grapas...hay alternativas como todos sabemos, con adhesión mediante cartones con pegamento propio.
Conclusión: lo mejor para mi, es que las monedas respieren... pero siempre teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente.
Hoy voy a referirme a los estuches de madera o acolchados, con la presencia de bandejas apiladas, donde dejar descansar las monedas.
Lo primero de todo, es tener en cuenta, en qué tipo de región vivimos. No es lo mismo una zona con presencia de mucha humedad, como bien pudiera ser Mallorca, que otra, con humedad casi nula, como pueda ser Segovia. No es equiparable vivir al lado de un río o de un mar, que al lado de la montaña o en un lugar más desértico...
En aquellas regiones con bastante humedad, es importante disponer de un habitáculo en el que podamos meter estos estuches... En el mismo, podremos colocar bolas antihumedad, que absorberán este vapor de agua tan perjudicial para nuestras monedas.
También podemos disponer de un humidificador, que neutralice está humedad, pero puede ser molesto por el ruido que emite el propio aparato e incluso peligroso, ya que se "se come" el aire que respiramos.
Otros, preferirán disponer de medios más complicados y altamente eficaces como las centrales de tratamiento de aire... Os dejo un enlace al respecto:
https://www.murprotec.es/consecuencias-humedades/deshumidificadores-bolas-anti-humedad/
Tampoco es cuestión de alarmarse.
Pienso que con unos paquetitos de bolas antihumedad y sus respectivos cambios, cada cierto tiempo, tenemos más que de sobra.
Volviendo al tema que nos ocupa, el de los estuches, vemos que puede haber básicamente de dos tipos:
O bien de madera, o bien de cuero forrado, o sintético que emula al cuero. Ambos pueden albergar bandejas de fieltro con sus conocidos compartimentos para las monedas.
Algunos espacios son redondos y otros cuadrados. En ellos podemos depositar nuestras piezas "a pelo" o encapsuladas, con materiales óptimos...y de formas, o bien cilíndricas o bien cuadradas.
Esta manera de organizar las monedas, es muy vistosa. Yo la suelo emplear para guardar las monedas más representativas de la colección.
Distinguiremos entre monedas de oro, cobre y plata, pues, podemos tener diferentes procedimientos de "almacenaje" según el tipo de metal.
Estuche de cuero para albergar medallas o monedas.
Monedas de oro:
El oro es uno de los metales preciosos más estables que existen. Es casi incorruptible y no se oxida.
A pesar de ello, las monedas de oro pueden coger una ligera "pátina" que las hace más adorables...la reacción es sólo externa, y se da como consecuencia de las alteraciones químicas que se producen en la tierra al contacto con la pieza, pudiendo, en ocasiones, vislumbrarse tonos rojizos... En otras, circunstancias, ese brillo característico de este metal tan querido, se esconde un poco (pátina de monetario) tornándose más opaco, debido sobre todo a la suciedad... en ambos casos, es importante no limpiar la pieza, pues estas "pátinas" confieren carácter, e historia a la moneda...a veces el simple contacto con el agua, elimina estas impurezas tan peculiares.
Introducción del oro en estuches
Lo bueno que tienen las bandejas de esta serie de estuches es que albergan espacios independientes para colocar las monedas. Dichos espacios, tienen diferentes diámetros, ajustándose al tamaño de los diferentes cospeles. Pueden ser circulares o cuadrados y en ambos se pueden meter cápsulas de varios tamaños.
Yo las monedas de oro, aunque no hay necesidad, las meto en cápsulas y después en estos pequeños espacios. Digo, lo de "no hay necesidad" entendida desde el punto de vista de que no se van a oxidadar, ni nada por el estilo,no obstante, no me gustaría ver cómo alguna de ellas se cae al suelo o se golpea por un descuido accidental. Por eso prefiero encapsuladas.
Monedas de Plata:
La plata es un metal muy noble, aunque sí que produce pátina.
Suele estar aleada con otros metales menos nobles como el cobre, y reaccionar y coger tonalidades verduzcas, e incluso pequeños puntitos de corrosión cancerígena.
La pátina estable de las monedas de plata, está generada por la reacción de los cloruros de la propia plata en contacto con el aire. El metal coge un color grisáceo o negruzco, a veces con otras tonalidades. Esta pátina protege a la moneda y le da una personalidad más fuerte que si no la tuviera.
Introducción de la plata en estuches
II reales de Felipe V encapsulados.
Aquí surge un dilema... podemos introducirlas sin cápsulas, y si tenemos cuidado no lamentaremos que la moneda sufra por algún golpe que se desencade...aunque entorpeceremos que la pieza coja pátina de monetario al no estar en contacto con el aire.
Lo que suelo hacer yo, es encapsular aquellas piezas que tienen bonita pátina y las otras dejarlas al aire...ya habrá tiempo de meterlas en cápsulas.
Es recomendable echarlas un ojo de vez en cuando y voltearlas cada cierto tiempo, para que cojan el mismo tipo de pátina por los dos lados.
Monedas de cobre y bronce:
El cobre y el bronce son dos metales que sufren bastante con la humedad.
Está el temido cáncer de cobre, que hace que la moneda literalmente se desintegre en muchos casos.
Las pátinas de este tipo de metal suele ser de muchos tonos, y protegen ante la corrosión.
Azuladas, amarronadas, verdosas, negruzcas, doradas... Un sin fin de tonalidades que confieren el carácter personal de cada pieza.
Introducción del cobre y del bronce en estuches
Normalmente yo no las encapsulo, evitándome el trasiego que conlleva comprar tanta cápsula... (si tienen pátina estable es mejor dejarlas al aire) y le doy libertad al tiempo, para que las trate de la mejor manera posible. Hay que observar cada cierto tiempo, para ver si cogen algún tipo de corrosión no deseable, y voltearlas también.
Si la moneda es "muy particular", la trato como si fuera una pieza de oro, y la encapsulo. Otras veces, si la moneda ha sufrido anteriormente a la limpieza, corrosión, o si tengo dudas de la estabilidad de la pátina, la meto en cápsulas, para ver cómo evoluciona y que no contagie a las demás piezas.
6 cuartos de Isabel II. Sobre fieltro.
Por cierto, se me olvidó comentar, que también se pueden sustituir cartones, por cápsulas, en las bandejas con espacios cuadrados.
Para sitios con mucha humedad, es mejor no grapar estos cartones, para que no se oxiden las grapas...hay alternativas como todos sabemos, con adhesión mediante cartones con pegamento propio.
Conclusión: lo mejor para mi, es que las monedas respieren... pero siempre teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente.
lunes, 3 de septiembre de 2018
Primeras emisiones de los maravedís de busto de Felipe IV.
La hacienda castellana ya había tocado techo a principios de 1660, por lo que Felipe IV quiso establecer una nueva moneda en la que por primera vez apareciera el rostro del monarca.
Esta moneda, a principios de 1660 no tenía liga de plata y poseía un valor extrínseco muchísimo mayor que el intrínseco. Con ello, el monarca quería sufragar los gastos ocasionados por la guerra con Portugal.
Este tipo de monedas excasea hoy en día.
Se conocen piezas de 8 maravedís de la Ceca de Burgos.
8, 4 y 2 maravedís de Madrid, y 8 maravedís de Sevilla.
Todo ésto me hace pensar, que seguramente en el futuro se empiecen a conocer monedas de estas características emitidas por otras cecas, tan importantes, como las de Córdoba, Coruña, Cuenca, Granada, Segovia, Toledo, Trujillo o Valladolid.
En el anverso (en este caso sería reverso, pues no aparece valor) se presenta el busto de Felipe IV, dentro de una orla circular, mirando a derechas, con la leyenda Philippvs. IIII. D. G. 1660.
En "reverso", se ven las columnas de Hércules dentro de orla circular (no en todos los casos) con ceca y valor entre medias de las mismas, o ceca sólamente dentro de las columnas y valor a izquierdas de las mismas.
La fecha cuando aparece en el "reverso" se ve a derechas de las columnas, acuñada de manera vertical.
Dibujo del autor sobre 2 maravedís de Felipe IV de 1660 con ceca de Madrid. Copiado de la pieza L-05 del libro "El Vellón de los Austrias" de Jarabo y sanahuja.
No sé conocen monedas con valores de 16 maravedís de esta índole.
Las columnas de Hércules se remontan a la antigua Grecia.
Según la mitología griega, fue el propio Hércules quien dividió lo que ahora conocemos por Extremo de Gibraltar, favoreciendo el tránsito naval. En recuerdo, y enaltecimiento, situó dos columnas.
Con el descubrimiento de las Américas, las columnas pasaron de ser la antesala de un territorio desconocido, o fin del mundo conocido (no hay más tierra) a la apertura de un nuevo mundo, de un territorio mayor y más allá de lo anteriormente conocido, para el imperio (Plus Ultra).
Fue Carlos I, el primero que las introdujo en su escudo de armas, y han pervivido hasta nuestros días.
Como apunte curioso; los duros españoles de plata o columnarios, de la época de Carlos III, sirvieron a la formación del símbolo del dólar. Los norteamericanos, cogieron como referencia, la cinta de la columna derecha (en forma de S) para la letra y la propia columna, para las dos rayitas conocidas que atraviesan la misma.
Botón monárquico de escudo columnado. 1733 a 1885. Colección del autor.
Alguna fuente consultada:"El Vellón de los Austrias" de Jarabo y Sanahuja.
Esta moneda, a principios de 1660 no tenía liga de plata y poseía un valor extrínseco muchísimo mayor que el intrínseco. Con ello, el monarca quería sufragar los gastos ocasionados por la guerra con Portugal.
Este tipo de monedas excasea hoy en día.
Se conocen piezas de 8 maravedís de la Ceca de Burgos.
8, 4 y 2 maravedís de Madrid, y 8 maravedís de Sevilla.
Todo ésto me hace pensar, que seguramente en el futuro se empiecen a conocer monedas de estas características emitidas por otras cecas, tan importantes, como las de Córdoba, Coruña, Cuenca, Granada, Segovia, Toledo, Trujillo o Valladolid.
En el anverso (en este caso sería reverso, pues no aparece valor) se presenta el busto de Felipe IV, dentro de una orla circular, mirando a derechas, con la leyenda Philippvs. IIII. D. G. 1660.
En "reverso", se ven las columnas de Hércules dentro de orla circular (no en todos los casos) con ceca y valor entre medias de las mismas, o ceca sólamente dentro de las columnas y valor a izquierdas de las mismas.
La fecha cuando aparece en el "reverso" se ve a derechas de las columnas, acuñada de manera vertical.
Dibujo del autor sobre 2 maravedís de Felipe IV de 1660 con ceca de Madrid. Copiado de la pieza L-05 del libro "El Vellón de los Austrias" de Jarabo y sanahuja.
No sé conocen monedas con valores de 16 maravedís de esta índole.
Las columnas de Hércules se remontan a la antigua Grecia.
Según la mitología griega, fue el propio Hércules quien dividió lo que ahora conocemos por Extremo de Gibraltar, favoreciendo el tránsito naval. En recuerdo, y enaltecimiento, situó dos columnas.
Con el descubrimiento de las Américas, las columnas pasaron de ser la antesala de un territorio desconocido, o fin del mundo conocido (no hay más tierra) a la apertura de un nuevo mundo, de un territorio mayor y más allá de lo anteriormente conocido, para el imperio (Plus Ultra).
Fue Carlos I, el primero que las introdujo en su escudo de armas, y han pervivido hasta nuestros días.
Como apunte curioso; los duros españoles de plata o columnarios, de la época de Carlos III, sirvieron a la formación del símbolo del dólar. Los norteamericanos, cogieron como referencia, la cinta de la columna derecha (en forma de S) para la letra y la propia columna, para las dos rayitas conocidas que atraviesan la misma.
Botón monárquico de escudo columnado. 1733 a 1885. Colección del autor.
Alguna fuente consultada:"El Vellón de los Austrias" de Jarabo y Sanahuja.